La primera mujer en circunnavegar la Tierra

En 1522, Juan Sebastián Elcano fue, junto a los otros 17 supervivientes, el primer hombre que dio la vuelta al mundo en barco. Sin embargo, 247 años después lo haría la primera mujer, llamada Jeanne Baret. Para ello Jeanne se disfrazó de hombre, haciéndose llamar Jean Baret y se alistó como sirviente del naturalista francés Philibert Commerçon, convirtiéndose en la única mujer de la tripulación de 330 hombres de Louis Antoine de Bougainville.

Esta es la historia contada en cuatro de los ocho relatos de la expedición de Bougainville: el diario compartido por Pierre Duclos-Duyot y Philibert Commerson en su viaje en el Étoile; el diario de Charles-Nicolas Othon, príncipe de Nassau-Siegen y pasajero del Boudeuse; los diarios de François Vivès, cirujano del Étoile, y los diarios de Louis Antoine de Bougainville. Cada uno ofrece una perspectiva distinta, prestando atención a lo que le interesaba, omitiendo lo que pudiera acarrearle problemas o creando una ficción que proporcionara consistencia y atractivo al relato.

Precedentes


Para saber por qué hizo ese viaje, primero debemos conocer a los protagonistas de esta aventura. Por un lado, tenemos a Jeanne Baret (La Comelle, 27 de julio de 1740- Saint-Aulaye, 5 de agosto de 1807), hija de jornaleros, siervos del señor de Borgoña. Por la ausencia de firma de sus padrinos, también jornaleros, en el certificado de bautismo, posiblemente se tratasen de analfabetos, algo muy común en la época, especialmente entre los pobres. Por lo tanto, si fueron como sus contemporáneos, posiblemente vivieran en cabañas, comiendo carne un par de veces al año y llevando zapatos, en el mejor de los casos, en ocasiones especiales.

Por otra parte, tenemos a Philibert Commerson (Châtilon-sur-Chalaronne, 18 de noviembre de 1727- Mauricio, 13 de marzo de 1773), primogénito de siete hermanos. Hijo de tenderos y comerciantes, su padre había obtenido una vida acomodada gracias a la abogacía, por lo que esperaba que sus hijos siguieran sus pasos. Sin embargo, Philibert Commerson despertó desde joven un interés por la naturaleza, especialmente por las plantas. Aunque fue a la Universidad de Montpellier a estudiar medicina para satisfacer, que podía cortarle el grifo financiero, su interés seguía siendo la botánica. Era tan obstinado y desafiante ante la autoridad, que se ganó la expulsión de los jardines de la universidad. Siempre estaba aventurándose en la naturaleza para descubrir nuevas plantas, por lo que sufrió aparatosos accidentes e incluso la mordedura de un perro que se temía rabioso, teniendo que ser tratado por unos monjes. Aunque sobrevivió, esta mordedura no sanaría del todo y supuraría periódicamente, marcando su futuro. Sus ansias de aventura le hicieron rechazar ofertas de trabajo de personas relevantes, como Voltaire, pues temía anclarse a un lugar. No obstante, acabaría casándose con Marie Antoinette Vivante Beau (Genouilly, 20 de septiembre de 1720-19 de abril de 1762) el 17 de octubre de 1760.

Estando casado, parece que sentó la cabeza, trabajó como médico y fue conocido por el té suizo, un desintoxicante de 21 hierbas y especias. Sin embargo, pudo ser entonces cuando conoció a Jeanne Baret. Entonces, como había ocurrido durante siglos, el conocimiento de las plantas se transmitía tradicionalmente de madres a hijas. Las mujeres que conocían los usos de las plantas, sabían identificarlas, encontrarlas y secarlas, se las vendían a boticarios, dentistas, cirujanos y los primeros obstetras. Otros se hubieran conformado con esta relación comercial, pero Commerson no podía evitar aprender los conocimientos que atesoraba esta mujer. Una prueba de su relación sería el manuscrito Una lista de plantas medicinales, atribuido a Commerson, pero compuesto por 32 páginas con una caligrafia diferente.


Tres días después de nacer su hijo Anne François Archambaud el 16 de abril de 1762, su esposa murió por complicaciones del parto. Poco después, no queriendo descuidar su labor botánica, contrató a Jeanne Baret como ama de llaves y así se encargara de sus criados. Su relación habría dado que hablar, especialmente cuando en agosto de 1764 estaba visiblemente embarazada. Entonces, Commerson dejó a su hijo con su cuñado, el padre Beau, y se iría a París con su amante. Nunca más lo volvería a ver. En diciembre, nació su hijo Jean-Pierre Baret y, en enero, lo dejaría en el hospital de expósitos de París. Aunque no era algo bien visto, como se puede ver en la crítica de Voltaire a Rousseau, que dejó allí a los cinco hijos que tuvo con su amante, algo irónico teniendo en cuenta que escribió Émile, o sobre la educación (1762), esta era una práctica común. Cada año se abandonaban miles de niños y un cuarto de los nacimientos de la capital resultaría en abandono. Dadas las condiciones insalubres del hacinamiento, muchos niños no sobrevivían y Jean-Pierre fue declarado muerto el verano de 1765.

Preparando la misión

A pesar de su tensa relación con las figuras de autoridad, Commerson fue admitido para participar en la circunnavegación terrestre. Su objetivo era encontrar plantas que fueran útiles comercialmente, sean lucrativas especias con las que hacer competencia a los neerlandeses o plantas medicinales para recuperar la salud. La misión también incluía al astrónomo Pierre-Antoine Véron, que buscaba un método astronómico de determinar la longitud en el mar; el ingeniero y cartógrafo Charles Rouiter de Romainville y el escritor e historiador Antoine Starot de Saint-Germain.

Dada la herida que tenía en la pierna, Commerson necesitaba a un ayudante. Desde su familia le ofrecieron a sus sobrinos, que podían volver del viaje con prestigio, mientras él estimó llevarse a su hermano Georges-Marie como capellán, dejando en espera a sus sobrinos. No obstante, posiblemente ya esperaba llevarse a su amante. Por si moría, dejó a Jeanne Baret, también conocida como Jeanne de Bonnefoy, 6000 libras a pagar de una vez y un salario de 1000 libras al año desde el 6 de septiembre de 1764, así como todos los trajes de lino, femeninos y muebles de su propiedad en París. Tan solo se excluían sus plantas, libros y efectos personales, que se los dejaba a su hermano. Solicitaba que permitieran a Jeanne vivir hasta un año en este piso y le da tiempo y espacio para organizar sus especímenes de historia natural. Con el apellido de Bonnefoy, posiblemente querría desviar la atención de las habladurías sobre su relación con su ama de llaves.

El viaje


Ambos dejaron París el 15 de diciembre de 1766 en dirección al puerto de Rochefort, ya con Jeanne como Jean Baret. En el puerto, le esperaban la fragata Boudeuse, más rápida y grande, comandada por Louis-Antoine de Bougainville, y el filibote Étoile, más pequeño, lento y pesado, capitaneado por François Chenard La Giraudais. Este le ofreció su cabina a Commerson, pues prefería estar con sus hombres y conocer de primera mano las tensiones que pudieran surgir. Esto fue una espada de doble filo para Baret. Por una parte, aquí podía descansar y aliviarse en solitario, pero su presencia ahí llamaría demasiado la atención y crearía tensiones con sus compañeros, que residían en peores condiciones.

Baret vestía como un hombre, con ropas anchas que disimularan su figura y telas de lino que ocultaran sus pechos. Por si surgía algún problema, Commerson adquirió dos pistolas y Baret siempre llevaba una. Esto le fue útil pues, según Vivès, amenazó con ellas a unos compañeros que querían comprobar si realmente era un hombre. Al fin y al cabo, sus rasgos, la ausencia de barba y su cercanía a Commerson levantaban sospechas. Por eso, ella normalmente hacía guardia por la noche y asistía al botánico por el día, cuando aprovechaba para descansar. Además, la pierna de Commerson era una excusa perfecta para pasar más tiempo con él atendiéndolo.

No obstante, la primera mitad del viaje ya se topó con dificultades. Antes de cruzar el ecuador, Le Giraudais solicitó entrevistar a Baret. Según Vivès, el capitán informó a la tripulación que Baret había sido un guardián del harem del emperador otomano, es decir, un eunuco. A diferencia de sus compañeros, que lo entendían como una situación terrorífica, el cirujano del Étoile nunca aceptó esa excusa. Vivès la llamó La falsa sirviente (1724), posible referencia a la obra de Marineux, donde la heroína se disfraza de hombre para observar a su amante. Es posible que Le Giraudaix hiciera esto para acallar los rumores antes de la ceremonia realizada a quienes no habían cruzado antes el ecuador.

Cruzando el ecuador


Esta ceremonia se celebró el 22 de marzo de 1767. A los oficiales y caballeros se les ataba los pulgares con un hilo, se les quitaba la chaqueta e intentaban mantener el humor mientras les echaban cubos de agua. Si sobornaban con ron, podían asegurarse de que era agua de mar y que se lo echarían desde lejos. Normalmente, no eran demasiado duros por si alguno tomaba represalias en el futuro.

En cambio, cuando estos secaban, la atención se centraba en sus sirvientes y marineros sin rango. Como un carnaval, había un líder, pintado de verde, con corona y sentado en un trono improvisado, como el Padre Neptuno, quien ordenaba a los iniciados de no ser culpables de adulterio con la esposa de un compañero ausente. Otros llevaban pieles de ovejas y cuernos o colas y espolones. Juntos producían un estruendo de ruidos de animales y utensilios de cocina, bailes e imitaciones de animales. A un costado del barco, se llenaba uno de los botes con agua, que podía tener heces humanas y animales. Esta se derramaba en una tela de vela de repuesto colgada como una hamaca, creando una piscina. En esta se colocaban a los novatos, a los que se les impedía salir y a los que se le golpeaba desde abajo con remos. Cuando tomaban el juramento, se les dejaba ir, no sin antes sumergirlos forzosamente. Entonces, se les cubría de hollín y se les azotaba con cubos y látigos colas de gato por la cubierta. 

Dado que no era una práctica precisamente higiénica, las víctimas normalmente se desvestían en mayor o menor grado, pero Baret debió ser una excepción.

La calma antes de la tormenta


La primera mitad del viaje transcurrió sin incidentes graves, pero este se volvería gradualmente más difícil. Al llegar a Montevideo, adelantándose varias semanas al Boudeuse, la tripulación vendió los espejos, abalorios y telas baratas de algodón que cargaban el barco. Commerson vendió 628 libros de parte de Dulaurent, un cirujano de Rochefort. Luego volvieron a Río de Janeiro a esperar al Boudeuse. Cuando lo hizo, y mientras se aprovisionaban, Bougainville prohibió a nadie alejarse de Río. Commerson y Baret desoyeron la orden y descubrieron la Bougainvillea brasiliensis que, basándose en su apariencia, Baret tuvo que identificar como un posible remedio para la gangrena y para el mal que afligía a su amante. 

Por desobediencia, Bougainville encerró a Commerson un mes en su camarote, lo que también le sirvió para recuperarse. Es posible que entonces Bougainville ya sospechara de la identidad de Baret, pero no podía dejarla sola en Río, donde ya habían matado al padre Buet, uno de sus tripulantes, borracho en las tabernas, posiblemente por homosexualidad. De regreso a Montevideo, el choque con otro barco en el puerto durante una tormenta obligó a esperar a las reparaciones del Étoile, pero sirvió para identificar y tapar un agujero por el que llevaba tiempo entrando agua. No obstante, el tiempo se les echaba encima. Debían cruzar el estrecho de Magallanes en el verano austral o no serían capaces de completar el viaje. Cuando lo hicieron, tardaron dos meses en abandonar la Tierra del Fuego, saliendo al Pacífico el 25 de enero de 1768.

En este trayecto sin mapas, se repitió la dinámica entre Baret y Commerson. Él caminaba o montaba en burro, mientras ella cargaba los instrumentos o accedía a los lugares más inaccesibles para encontrar plantas, mientras él esperaba sentado. Aquí los comenzó a acompañar Charles-Nicolas Othon, quien al menos resultó una compañía de confianza y que fue considerado una mujer por los nativos por su peluca.

Salida al Pacífico


Navegaron hasta Tahití, empezando a sufrir la falta de provisiones y el escorbuto. Según se cuenta, en Tahití, los esposos ofrecían a sus esposas para tener sexo con los marineros. Una de ellas subió al barco, bailó y dejó caer sus escasas vestimentas. No obstante, es probable que haya mucha ficció nen estas historias. Por un parte, se decía que los tripulantes se limitaban a mirar. Por otra, que las mujeres enseñaban sus genitales, pero este era realmente un gesto grosero, un insulto. Unos hombres que llevaban meses sin lavarse, que olían al vinagre que derramaban en la cubierta y con signos de escorbuto, no son precisamente el objeto de deseo de ninguna mujer, sea cual sea su cultura. Además, la bailarina pudo ofrecer sus ropas como obsequio, sin ninguna intención sexual.

Según contó Bougainville meses después, unos nativos descubrieron aquí que Baret era una mujer. Los otros diarios cuentan una historia muy diferente, donde no se incluye esto. En Tahití, se incorporó Aotourou, hermano del jefe tahitiano Ereti. Al bajar a la cubierta inferior del Étoile, señaló a Baret que estaba junto al armero Labare, de rasgos finos, y dijo "avenene". Labare señaló rápidamente a Baret, lo que hizo reír a todos, desconcertando a Aotourou, que dijo "Maou" (mahu, travestido). Entonces, Baret se abrió paso hasta su camarote. 

En su cultura, esto no era un problema. Los jóvenes que quisieran vestirse y comportarse como mujeres podían, tras la pubertad, integrarse en las casas de las mujeres casadas, donde realizarían tareas femeninas, como cuidar a los niños y hacer comida. Era tradición que el primogénito fuera mahu. No obstante, a pesar del primer roce, Aoutourou tuvo buena disposición.

Por otra parte, en la supuesta confesión de Baret a Bougainville, dijo que había engañado a Commerson al disfrazarse de hombre, que había sido ayudante de cámara de un caballero de Ginebra en París, que había nacido en Borgoña, había quedado huérfana y la pérdida de una demanda judicial la había dejado en mala situación, siendo este el motivo por el que decidió embarcarse como hombre. Bougainville añade que siempre se comportó con la más escrupulosa modestia, no siendo ni fea ni guapa y no habiendo cumplido aún los 25. Sin embargo, ningún otro diario menciona nada relevante en abril, cuando estuvieron en Tahití. El hecho de que fuera ayudante de un caballero de Ginebra era porque esta era una región muy tolerante, siendo ideal de los liberales para Francia.

El infierno de Nueva Irlanda


El trayecto en torno por la Melanesia, donde fueron atacados por los nativos, y en torno a Nueva Guinea fue tortuoso. Se les acabaron las ratas que habían estado comiendo y las galletas estaban llenas de gorgojos. Incluso se comieron un perro que entró al barco en una de las islas.

En Nueva Irlanda, Baret fue asaltada por sus compañeros. Es algo que cuentan todos menos Bougainville, que menciona el encuentro con los tahitianos. Duclos-Guyot tan solo dice: "Han descubierto que el siervo del señor Commerson, el doctor, era una chica que hasta ahora había sido tomada por chico". El príncipe de Nassau-Siegen alaba su valentía al enfrentarse al estrés, los peligros y todo lo que podía esperarse de este viaje, indicando que su aventura debía incluirse en la historia de las mujeres famosas.

El cirujano Vivès, que tenía una relación conflictiva con Commerson, que temía que le cortase la pierna, escribió dos textos con el mismo contenido pero distinto estilo. Por un lado, el manuscrito de Rochefort y por otro el de Versalles. Según Vivès, incitados por el señalamiento de Aotourou, intentaron recabar pruebas sobre si realmente era un eunuco. Los sirvientes habrían tenido una discusión animada que causó inquietud general, estimando que en el próximo puerto se haría la inspección. Aunque siempre llevaba su pistola cuando recogía plantas y conchas en las islas y en la barca, el 11 de julio, habría cometido el error de lavar la ropa con los sirvientes. Estos tomaron su pistola, pero no disparaba. Entonces, vieron como la tela que cubría sus pechos le había provocado eccemas. 

En esta versión, Vivès la llama Jeanneton. Esta es una referencia a una canción popular: Jeanne es una mujer que va con su hoz a recoger maíz, encontrándose con cuatro hombres. El primero le roba un beso, el segundo le levanta la falda, el tercero yace en el suelo y lo que hace el cuarto no se puede detallar. Por eso, la canción dice a la oyente que, si quiere saber qué le pasó, tendrá que ir a por maíz ella misma. Esta canción sugiere que los tres primeros hombres son gilipollas, que todos son cerdos pero que a las mujeres les encantan los cerdos. En el otro relato, indica que los hombres encontraron la concha veneris que llevaban tiempo buscando. Con esto, y con la situación posterior de Baret, se entiende que fue violada en grupo. Las palabras de Vivès dan a entender que, aunque lo nieguen y se resistan, las mujeres disfrutan de esta situación. Dado que conocía el eccema, es sospechoso de ser testigo o partícipe en esta. Aunque el castigo por la violación era la horca, Vivès tenía un cargo fundamental en la expedición. Esto explicaría por qué Bougainville diverge en su relato que publicó, pues buscaría contar una historia atractiva para el público y que no acarreara problemas.

El 11 de julio, Commerson tan solo escribió que un tripulante había sido mordido por una serpiente, experimentando violentas convulsiones y pérdidas intermitentes de consciencia. Por ello le administró un opiáceo y le permitió dormir en su camarote. Teniendo en cuenta que Baret pasó gran parte del viaje sin salir de este, no sería extraño que sufriera estrés postraumático.

Molucas y Mauricio


Aunque las islas Molucas eran territorio neerlandés, el hambre y la necesidad de pasar por sus aguas los obligó a desembarcar. Tan mala era su situación, que se apiadaron de ellos y comprobaron como el hambre les hacía comer como bestias. Baret y Commerson intentaron explorar las islas, pero un guardia neerlandés los vigilaba para proteger las valiosas especias. De aquí partieron a Mauricio, donde llegaron el 7 de noviembre y se encontraron al botánico Pierre Poivre, administrador colonial de Mauricio. 

En Mauricio se quedó el astrónomo Pierre-Antoine Véron, que no había encontrado un método astronómico fiable para determinar la longitud en el mar y, además, habría oído los rumores de que el relojero inglés John Harrison lo hubiera resuelto con su cronómetro marino. Commerson también se quedó aquí, pues, aunque había identificado nuevas especies vegetales, ninguna era de interés comercial. Baret se quedó porque estaba embarazada y el viaje a Francia habría durado al menos 3-4 meses.


Tras recibir permiso para quedarse y estudiar las plantas medicinales de la isla, Commerson establecería una relación en Flacq con Bézc, para quienes sus conocimientos botánicos podrían servir para aumentar la producción de sus cultivos de café. Este se quedaría a cargo del hijo de Baret. Casualmente, el explorador británico Matthew Flinders se encontró en 1803 a un hombre casualmente apellidado Bonnefoy en el hogar de Bézaq. Aunque es un apellido común, podía ser el hijo de Baret.

En 1769, el mismo año que la expedición de Bougainville regresó a Francia, Poivre recibió un mensaje de París de los burócratas de la marina que decía que dejarían de pagar el salario a Commerson, pues ya no estaba bajo el mando naval. Por ello, en 1770, Poivre le ofreció los papeles que le autorizaban viajar a Madagascar en la fragata Ambulante, a las órdenes del barón de Cluny, acompañado por el ilustrador Jossigny. Junto al ilustrador Jossigny y Baret, desde octubre de 1770 a enero de 1771, descubrieron la gran biodiversidad de la isla, llena de especies únicas. Baret, que ya no tenía que ocultarse, vio bautizadas aquí tres especies en su honor: Baretia bonafidia (Turraea rutilans), B. oppotisiva y B. heterophylla.

Cuando Poivre fue llamado a París, su sustituto Maillard Dumesle no compartía su buena voluntad y en enero de 1772 les expulsó de su casa. Hasta febrero de 1773, se quedaron en una casa de Port Louis, pero tan solo tenían gastos, por lo que se fueron a la casa de Bézac en Flacq. La noche del 24 de marzo de 1773, murió Commerson.

Regreso a Francia

Al decir adiós a Bézac y a su hijo, volvió a Port Louis con las miles de muestras. El nuevo gobernador M. de Ternay se quedó con ellas aduciendo que pertenecían al gobierno francés, pues Commerson estaba a sueldo de este. Sin acceso a la voluntad de su amante, estuvo semanas sin hogar, consiguiendo dinero vendiendo hierbas a los tenderos locales. En diciembre de 1773, trabajó en una taberna, donde conocería al soldado Jean Dubernat y con quien se casó el 17 de mayo de 1774 en Port Louis. Gracias a ello, pudo volver a Francia, llegando entre finales de 1774 y comienzos de 1775. En abril de 1776, con 35 años, Baret accedió a las 6000 libras de la voluntad de Commerson, mientras el padre Beau no logró obtener una herencia para Archambaud.

Con ello, Baret pudo vivir en una nueva casa, sin lujos, pero sin necesidad. 9 años después, el matrimonio fue declarado incapaz de trabajar, por lo que ella se convirtió en la primera mujer reconocida por el estado por su contribución a la ciencia y en recibir una pensión por ello. Además, sin llamar la atención ni ceremonias a su llegada, se convirtió en la primera mujer humana en dar viajar alrededor de toda la Tierra.

Fuente

  • Ridley, G. (2010). The discovery of Jeanne Baret: a story of science, the high seas, and the first woman to circumnavigate the globe. Crown.
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