Los viajes temporales se realizan todo el tiempo


Westwood - Los viajes en el tiempo parecen un tema de ciencia-ficción pero en cierto sentido, los astrónomos lo hacen constantemente. Nuestro cielo nocturno es una visión del pasado, debido a los cientos y miles de años que tarda la luz en llegar a nuestros ojos. También hay otro registro del tiempo que se graba en el cielo por los "ecos de luz".

Los informes del cielo y de los telescopios dicen que los astrónomos han encontrado una forma de examinar la luz de una explosión de una supernova que estalló y se desvaneció 400 años atrás. La máquina del tiempo del astrónomo es su telescopio, con un espectrómetro que separa la luz en los colores del arco iris y registra los datos de su espectro. Las supernovas son estrellas que explosionan. No es una explicación suficientemente científica, pero eso es lo que sucede. Por suerte, no todas las estrellas estallan. Aquellas que sí lo hacen eclipsan brevemente la galaxia y conciben un espectáculo para el ancho universo, el gran final del esplendor de una estrella. En promedio, se producen cada 50 años, aproximadamente en la Vía Láctea y la única razón por la que no las vemos es porque normalmente porque el polvo cósmico actúa como un velo sobre el fondo estelar.

Ese mismo polvo ha permitido a los científicos descubrir una supernova del 11 de noviembre de 1572, que fue descubierta por Tycho Brahe, que se asusta al ver una nueva estrella en la constelación de Casiopea. Tycho observaba cada noche que la estrella adquiría cada vez más brillo hasta superar a Venus, y que fue visible durante el día durante dos semanas. La estrella tardó 16 meses en desaparecer de la vista, en una época en la que aún no se había inventado el telescopio. Este hecho alertó a Tycho de que las estrellas no son inmutables y eternas, pero no había mucho más que buscar o entender. Todo lo que queda en la posición de la supernova son los remanentes en expansión que astrónomos pueden detectar mejor por las emisiones de radio, luz infrarroja y los rayos X que emiten. Las pruebas sugieren que es una supernova clásica conocido como "Tipo 1", que implica una gran explosión termonuclear de una enana blanca. Este tipo de supernovas tienen una luminosidad intrínseca - todas las de este tipo suelen dar la misma cantidad de luz.

Todo lo que queda en la posición de la supernova son los remanentes en expansión astrónomos pueden detectar mejor por las emisiones de radio, luz infrarroja y los rayos X que emiten. Las pruebas sugieren que es una supernova clásica conocido como "Tipo 1", que implica una gran explosión termonuclear de una enana blanca. Este tipo de supernovas tienen una luminosidad intrínseca - todas las de este tipo suelen dar la misma cantidad de luz. Conociendo la generación y desaparición de la luz que ven en sus telescopios, los astrónomos pueden deducir la distancia. Esto tiene un valor incalculable para determinar la distancia de las galaxias lejanas, donde en ocasiones, se revela una nueva supernova. En Septiembre, un equipo de Alemania, Holanda y Japón hicieron un viaje en el tiempo. Pudieron identificar los ecos de luz del brillo de una supernova original, por los reflejos del polvo cósmico de nebulosa. Esta extensión de polvo está a muchos años luz de la posición de la supernova que vio Tycho hace 436 años, lo suficientemente lejos para que la luz de la supernova tarde 436 años en llegar a la nebulosa y, a continuación, ser reflejada a nuestros ojos en el año 2008.

Esos ecos de luz son muy tenues, pero los investigadores pudieron detectarlos estudiando el espectro de colores, completada con las líneas identificativas de los elementos que conforman la explosión de una estrella. Esos elementos absorten una delgada parte (Frecuencia) de la luz, dependiendo de cada elemento. Al igual que la identificación de la huellas dactilares, las líneas oscuras en el espectro de color nos indican quien es la fuente de la luz.

De este estudio se deduce que la supernova de Tycho es del "Tipo 1". En las décadas y siglos venideros, los ecos de luz llegarán más lejos en el polvoriento plano de la galaxia, permitiendo pensar que las futuras generaciones de astrónomos, esperemos que con tecnología más avanzada, examinen más a fondo la maravilla estelar del 11 de noviembre de 1572.

Aunque mucho más allá de nuestro alcance actualmente, quizás algún día alguien sea capaz de detectar los ecos de luz reflejados en la Tierra y en un distante pasado y echar un vistazo atrás en el tiempo. Quizás me verían escribiendo este artículo, aunque lo dudo porque estoy escribiendo dentro de un edificio lejos de una ventana y está nublado de todos modos...¡de cualquier manera recordaré sonreir!

Fuente: Wikedlocal.com
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