Kuman Thong, el amuleto fabricado con un feto humano

Réplica de Kuman Thong (Imagen de Greg Field)
Estamos en manos de la suerte, de espíritus malignos y de demonios con ganas de fastidiar. Es normal que los amuletos sean tan populares, ya sean piedras estomacales o cabezas de santo. Sin ellos, cada minuto nos enfrentaríamos a una muerte inminente. Como los pokémon, su poder es inversamente proporcional a su frecuencia: Todo el mundo sabe que Jesús equivale a seis gnomos, pero es más raro de encontrar.

Los tailandeses no son ajenos a la suerte y tienen un peculiar amuleto llamado Kuman Thong o "chico dorado". Al igual que el maneki-neko o, como lo conoce todo el mundo, el gato que mueve la mano (también el gato de Mixta), favorece la economía de su dueño. Sin embargo, debes aceptar la responsabilidad de cuidarlo.


El problema reside en que para fabricarlo hay que extraer un feto del vientre de su madre y tostarlo mientras el nigromante realiza los cantos para unir el espíritu del niño con el cadáver. Cuando termina el ritual, se le cubre de laca y pan de oro. Por esa razón se le llama "chico dorado". Anteriormente se le aplicaba también una sustancia llamada Nan-man phrai, que se obtiene pasando una vela por debajo de la barbilla de una embarazada muerta y recogiendo el aceite que cae.
Mural de Khun Phaen y su esposa (fotografía de Chris Baker)
El origen de este amuleto proviene de la novela del siglo XIX del poeta Sunthon Phu "Khun Chang Khun Phaen". En él, Khun Phaen, un soldado de alto rango de la era Ayutthaya y próximo al rey, se gana el favor de un poderoso hechicero. Este le ofrece la mano de su hija, pero Khun Phaen descubre que está embarazada. El soldado y el hechicero discuten y este decide matar a Khun Phaen obligando a su hija a envenenarlo. Khun Phaen la descubre y la mata, sacando el feto y llevándolo a un templo, cubriéndolo en telas sagradas y tostándolo al fuego mientras reza hasta que solo queda una fina piel adherida al esqueleto. Al final del ritual, el niño abortado se convierte en un fantasma que puede hablar con Kkun Phaen, convirtiéndose en una especie de espíritu guardián.
Fruto de la Salacca wallichiana (Fotografía de Flickr: Sepper)

A pesar de su origen ficticio, el Kuman Thong caló hondo en las costumbres del sur de Tailandia. La costumbre requiere que se le construya un pequeño santuario donde se colocará el amuleto. Como niño que es, hay que alimentarlo y darle de beber. Como alimento prefiere las cosas dulces, como los caramelos y las galletas, pero solo bebe Nam-daeng, una bebida roja producida a partir del fruto de la Salacca wallichiana. También es normal darle juguetes. Cuando ya no lo necesitan, lo llevan al templo para que, con un ritual, se libren de la obligación de cuidarlo.

En la actualidad, debido a su ilegalización, hay estatuas simbólicas de un niño con un traje de la época Ayutthaya sosteniendo un saquito de oro. Sin embargo, se han encontrado en varias ocasiones Kuman Thong reales en el mercado negro.

Fuente: Siam and beyond, Atlas obscura
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