Maquiavelo y la prostituta horrenda

La historia también está formada por anécdotas. El 9 de diciembre de 1509, Nicolás Maquiavelo le escribió una carta a su amigo, el político Luigi Guicciardini.
Que diablos, Luigi, puedes ver lo que la fortuna puede hacerle a los hombres. Acabas de follarte a tu mujer cuando quieres otra. He estado en Módena durante varios días cuando me crucé con una anciana que limpia mis camisas. Me pidió que fuera a su choza porque deseaba mostrarme sus camisas de calidad. Como capullo inocente que soy, entré. Había una mujer en la  esquina. "Esta es la camisa que quería venderte", dijo la vieja. Estaba aterrorizado. Pero me la follé. Encontré sus muslos fofos y su coño húmedo. Su aliento apestaba. Pero estaba cachondo. Cuando terminé tomé una antorcha y la miré. Casi caí muerto. La mujer era fea. Tenía un mechón de pelo en su cabeza pero su cabeza era calva. Su frente estaba llena de cicatrices. Un ojo miraba hacia arriba, el otro hacia abajo. Sus ojos estaban llenos de moco, y no tenía cejas. Su nariz estaba torcida de forma rara. Su boca se parecía a la de Lorenzo de Medici pero estaba doblada a un lado. No tenía dientes y le caía saliva de su boca. Su labio superior tenía un bigote. La miré estupefacto. "¿Qué le pasa señor?", preguntó. Tan pronto como abrió su boca, salió tal hedor que mis ojos y mi nariz fueron asaltados y mi estómago indignado. No podían soportarlo y le vomité encima.
Como no lo he encontrado en español, pero aún así quería compartir la anécdota, lo he traducido yo. Por eso no muestra el típico lenguaje renacentista que cabría esperar.

Fuente: Legal history sources
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